El origen del maíz

Milenio (México).- Hace miles de años las húmedas tierras bajas del actual Tabasco eran hogar de asentamientos humanos que practicaban ya el arte de cultivar maíz. Los indicios hacen suponer que esto ocurrió en una fecha tan temprana como el año 5200 antes de Cristo, mucho antes de lo que suponían los expertos.

¿Cómo analizar los restos comunitarios de grupos humanos que vivieron en tales condiciones de humedad que el material orgánico suele descomponerse con rapidez? Hasta hace unos años, los expertos seguían la pista a la historia de este grano fundamental buscando en cavernas elevadas y secas restos de granos, mazorcas y hojas de la planta.

En la cumbre de la Sociedad Estadunidense de Biólogos Vegetales, que en esta ocasión se realizará en Mérida, un equipo encabezado por John G. Jones, profesor asistente del Departamento de Antropología de la Universidad Estatal de Washington, presentará el panorama que él y sus colegas han construido laboriosamente en los últimos años.

Sus análisis, realizados en suelo tabasqueño, lograron neutralizar el impacto de la humedad gracias al uso de técnicas modernas reunidas en el llamado “método tripartita” que en vez de analizar las partes convencionales del maíz (granos, olotes, hojas) estudia con detenimiento partes más pequeñas y perdurables: el polen, los fitolitos y el almidón.

Jones es un experto en el estudio de los granos de polen, y el maíz es una planta que despide abundantes granos que son dispersados por el viento. Como los diminutos granos tienen una durísima corteza exterior, son virtualmente inmunes al paso de los siglos, así ocurran en altiplanos secos o en sedimentos y regiones húmedas.

El científico puede distinguir entre el polen del maíz y el de sus parientes próximos, pero sólo en los granos más grandes puede discernir entre el polen de maíz (Zea mays) y el de su antepasado silvestre (Zea mays ssp. parviglumis).

En otras palabras, el polen de maíz solo no es suficiente para evidenciar la domesticación. A veces se usa como prueba la existencia de otras plantas indicadoras de actividad agrícola, como calabazas del género Cucurbita, pero se requiere más solidez en los datos para llegar a una certeza mejor.

Para esto se aplicó el estudio de los fitolitos. Se llama así a microscópicos depósitos de silicio (silocobiolitos) o calcio (calciobiolitos) que se acumulan entre las células de tallos, hojas y raíces de las plantas. Los fitolitos, cuyo conocimiento profundizó la estadunidense Dolores Pipernos, tienen formas y tamaños que son específicos no sólo de una especie vegetal, sino a veces de una variedad.

En otras palabras, los científicos pueden distinguir entre los fitolitos del maíz y los de su antepasado el teosinte, y como el polen, estos microscópicos elementos son también casi indestructibles: se conservan aunque la planta sea quemada, aunque sus restos se hayan descompuesto por la humedad; incluso se encuentran en metates y otros recipientes cerámicos o de piedra usados para procesar alimentos.

El estudio de los fitolitos de San Andrés, en Tabasco, reveló la presencia de maíz domesticado en esa región del país hace más de siete mil años. Según los autores, si en verdad el maíz fue domesticado inicialmente en el valle del río Balsas, las evidencias indican que para el octavo milenio antes del presente la planta se había propagado al Tabasco tropical, de donde se dispersó a otras áreas de Centroamérica.

Los granos de almidón también son parte del arsenal de los expertos en la historia del maíz. El maíz y sus parientes próximos producen mucho almidón cuyos granos son muy específicos y también se conservan muy bien al paso del tiempo.

Piperno y otros expertos ya han documentado muy bien cómo usar las características de los granos de almidón para poder distinguir entre el almidón del teosinte y el del maíz domesticado.

Los datos no sólo empujan hacia el pasado el proceso de domesticación del maíz. También sugieren la posibilidad de que el cultivo de la planta se haya iniciado en varias partes y por razones distintas.

Por ejemplo, mientras en las zonas bajas del México costero se estaban cultivando formas primitivas de maíz, en los altiplanos del cercano Belice ya había agricultores plantando variedades más avanzadas.

“Podríamos estar hablando de dos trayectorias de domesticación distintas”, dijo Jones. Y es que una posibilidad sugerida por algunas pruebas es que al migrar las poblaciones del altiplano a elevaciones más bajas, se llevaron consigo el maíz que sembraban, y los pobladores costeros adoptaron las variedades más deseables.

¿Y los genes?

La historia del maíz también se ha estudiado siguiendo la pista de miles de cambios responsables de otras tantas variedades nacidas para adaptarse a condiciones ambientales.

El gen clave para la domesticación del maíz se llama tga1, en inglés teosinte glume architecture 1, que es fundamental para definir la morfología de los fitolitos.

El gen es responsable del evento crucial: en el teosinte, el grano de maíz está envuelto en una dura cubierta protectora; en el maíz esa cubierta ha desaparecido y por eso el grano es apropiado como fuente alimenticia para el hombre.

Un comentario

  1. Seria interesante lean las conclusiones de los estudios del antropologo norteamericano Thomas Lynch de la Universidad de Cornell y otros investigadores, quienes concluyen que el maiz «Desde 6,200 a.C. está presente en la Cueva Guitarrero, provincia de Yungay, Perú (Hecho compartido con Mesoamerica -Mexico y Guatemala-, quienes habrian cultivado desde 6,000 AC, a los parientes más cercanos del maíz peruano, el teocintle (Zea mays L. ssp mexicana) y el género Tripsacum (Zea mexicana Schrader Kuntze). Entre 4,400 a 3,100 a.C. hizo su aparición en el departamento de Ayacucho y desde 4,000 a.C. en Casma,Peru.»

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