
“(…) Cuando nuestras carabelas (…) tuvieron que partir a España, reunimos mil seiscientos hombres y mujeres de esos indios, y el 17 de febrero de 1495 embarcamos quinientos cincuenta de los mejores hombres y mujeres en nuestras carabelas. Para los demás, hizimos pregonar que quien quisiera podría tomar cuantos necesitase; y así fue. Cuando todos hubieron tomado los que querían, todavía quedaban unos cuatrocientos, a quienes dimos permiso de ir donde quisieran. Había entre ellos muchas mujeres con niños de pecho; temiendo que volviesen por ellas y como querían huir de nosotros, dejaban a los niños dondequiera en el suelo y huían como personas desesperadas; algunas fueron tan lejos que a los seis o siete días estaban más allá de las montañas y allende inmensos ríos, de tal manera que a partir de ahora sólo podremos cautivarlos con grandes trabajos”.
“(…) Pero cuando llegamos a aguas españolas, murieron unos doscientos de esos indios, creo yo que por el aires desusado, más frío que el de ellos. Los echamos al mar (…). Hicimos desembarcar a todos los esclavos, de los cuales la mitad estaban enfermos.”
Michele de Cuneo (miembro de la segunda expedición de Cristóbal Colón)