Prensa Libre (Guatemala)
El antropólogo quetzalteco Carlos Navarrete (1931), quien reside en México desde 1952, recibió el doctorado Honoris Causa que le otorgó la Universidad de San Carlos de Guatemala por su obra completa en literatura e investigación.
En esta entrevista habla de su carrera profesional y proyectos.
¿Qué significa recibir el Honoris Causa ?
Un alto honor, no sólo por lo académico sino por lo humano. Fue como recibir un pasaporte, como si hubiera pasado muchos años indocumentado y de pronto me dan un documento de nacionalidad. Principalmente porque fue dado por mi universidad a la que he estado ligado toda mi vida.
Usted vive en México desde la década de 1950, ¿qué significa Guatemala para usted?
Es la razón de muchas de mis cosas. México fue maravillosamente generoso conmigo, lo quiero mucho, mi familia es mexicana. Pero están los sabores, olores, forma de hablar, toda la infancia y eso no se puede olvidar. Entonces Guatemala está presente en mi forma de ser profesional. La prueba es que buena parte de lo que he escrito tiene que ver con ella.
Usted ha estudiado al Cristo Negro de Esquipulas durante años. ¿Cómo se interesó en él?
Estaba trabajando en México y me di cuenta que en enero siempre venían peregrinos a Guatemala a ver al Cristo de Esquipulas. En Chiapa de Corzo hasta le tenían una danza, así que comencé a recopilar oraciones y alabados.
Cuando regresé a Guatemala no había trabajo de arqueólogo y decidí hacer antropología. Con el apoyo de la Facultad de Humanidades de la San Carlos conseguí unos centavos para hacer mi primer viaje a Esquipulas. Recorrí la línea del tren, recopilando corridos y descubrí que también habían antiguos romances, todo ligado a la devoción a este Cristo. Luego se me volvió una pasión. Lo he recorrido desde Estados Unidos hasta Sudamérica.
¿De dónde le surgió el interés por estudiar antropología?
Son casi 50 años en la profesión. Mi interés surgió en los años de la revolución de octubre. Yo pertenecía al grupo de artistas y escritores Saker-Ti, que buscaba realizar literatura y arte basadas en la cultura guatemalteca. Queríamos reivindicar los aspectos mayas, las tradiciones y el arte popular.
Entonces entró al consejo Luis Cardoza y Aragón, y me sugirió estudiar con seriedad antropología e historia en México. Luego, durante un ciclo de conferencias que dieron en Guatemala connotados arqueólogos, me enamoré de la arqueología. Además, cuando yo era niño mi abuelo era caficultor y pasaba grandes temporadas con él en las fincas donde laboraba. Allí jugaba en los montículos arqueológicos y encontraba piezas y tiestos.
Esto ligado a lo anterior fue mi motivación primordial por la arqueología. Empecé a estudiar en México con un fin literario, pero me capturó la arqueología, y hasta la fecha me considero arqueólogo más que escritor.
¿Cómo se puede combinar la antropología con la literatura?
En primer lugar, porque la antropología está viendo la vida, las condiciones sociales en que vive la gente, las costumbres, las tradiciones. Vemos la miseria y, por otro lado, la opulencia, entonces se tiene una tendencia a querer escribir y traducir esas experiencias vivas en una novela, cuentos, o en la propia poesía.
Yo no hago poesía, pero es lógico que eso se refleje, a menos que uno quiera evadir la realidad y volverse universal. Sin embargo, Luis Cardoza y Aragón tenía la frase “Dulcinea antes de ser universal fue del Toboso”.
Ángel Elías escribió que usted nos muestra que la poesía está presente en todos lados. ¿Qué es para usted la poesía?
Hay un Hai kai de Flavio Herrera que dice: “Emoción, síntesis, todo el milagro del mar, en un gota de espuma”. Yo creo que la poesía es la síntesis que empalaga todo el universo personal del que la hace.
¿Quién es Carlos Navarrete?
Un individuo que se sigue buscando a sí mismo y que acumula experiencias y busca anhelos e ideales. Me considero inmaduro, pese a lo profesional y a los libros. Cada viaje es una búsqueda incesante de una forma de ser, por eso he recorrido muchos caminos por América y no tanto trabajado con documentos que hablen de los caminos. Eso deja agotamientos, incomodidades pero es una forma de fijarse en un lugar.
¿Cuál ha sido el mayor reconocimiento que le han dado?
Creo que el doctorado Honoris Causa. Aprecio mucho el Premio Nacional de Literatura, pero soy muy respetuoso de la literatura y creo que hay otros escritores que se lo hubieran merecido, sin embargo eso me trajo de nuevo a Guatemala. No es que esté pensando en que merezco el Honoris Causa, pero vi mucho cariño en quienes me lo otorgaron.
¿Qué proyectos tiene?
Ahora voy a aislarme para reunir una serie de cuentos que he escrito. Además, tengo un libro que sólo falta corregir: Pablo Neruda en Guatemala, y está por publicarse otro sobre el papel de Rosario Castellanos en la antropología mexicana. También tengo proyectos en arqueología, un estudio sobre el puerto fluvial en el Mijarro, tuve a mi cargo el salvamento arqueológico de un territorio que quedó bajo el agua, y estoy haciendo trabajo de reconstrucción en un sitio llamado Chinkultic, cerca de Comitán.
Entre la antropología y la literatura
Carlos Navarrete Cáceres (1931). Doctor en antropología por la Universidad Nacional Autónoma de México y Premio Nacional de Literatura 2005, entre otros reconocimientos.
Ha publicado los libros: Los arrieros del agua, San Pascualito Rey, El culto a la muerte en Chiapas, El romance tradicional y el corrido en Guatemala, y Documentos para la historia del culto a San Caralampio, entre otros.
Lic.Carlos Navarrete, querido amigo, despues de 15 años gracias a Internet, puedo enterarme de todo su camino recorrido, en pro del rescate de la cultura americana. Uruguay abre sus puestas deseoso de aprehender sus conceptos.Un fuerte abrazo del Centro Espeleológico Uruguayo Mario Isola y en el mío propio.
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LA ADMIRACIÓN MAS GRANDE PARA ESTE HOMBRE EJEMPLAR
UN GRAN MAESTRO, UN GRAN ESCRITOR, UN GRAN ARQUEÓLOGO, UN EJEMPLO A SEGUIR
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